La Magia del Silencio Virtual
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About the Book
Un honesto acompañamiento al recorrido íntimo por la sencilla vida de un humilde caminante, a veces extraviado de su propia Ruta de la Luz.
Como otros, futuro lector, este viaje también es libre y desde luego optativo; lo único que jamás podrá eludir es sus efectos irreversibles, aunque afloraran retardados, puesto que no tiene ninguna posibilidad de retorno a las posiciones anteriores. Antes o después, cada uno tendrá que afrontarlo.
El atrevido pensamiento liberado, la incontenida imaginación desbocada, los delirantes sueños inalcanzables, el disfrute de los exquisitos placeres menos aceptados y hasta las reflexiones más distanciadas de aburridas referencias ortodoxas, aderezados de humor y fuertes sofocos, tejerán insospechados senderos de osadas derrotas, que permitirán a la nave lectora extraviarse, una vez y otra, para escoger así, entre naufragios y abordajes nunca definitivos, las flores mágicas de un silencio hasta ahora casi inédito. Virtual.
Al final, si no antes, arribará con mucho gozo al certero cobijo de sentir que es un mismo corazón quien ha escrito, le ha acompañado y, además, está palpitando con la lectura. El milagro, sin duda a no olvidarlo, no se sabrá qué lo ha producido y lo más probable es que tampoco quede a quién eso le importe.
El preciado don de la creatividad en un escritor sólo será auténtico, si es que demanda en mayor medida que la propia, la prodigiosa aportación aún más creativa de sus lectores.
En caso contrario, caminemos juntos hacia la hoguera, que prometo arrojarme a ella, yo el primero.
About the Author
TXEMA GONZÁLEZ B i l b a o (1948) Mi inexistente seudónimo, sin duda alguna ilustra junto con mi inquieta mente y hasta con mi fabulosa vida anodina, el mismo refrito que se inició justo cuando, mediado casi el siglo pasa-do, nací en las proximidades de la Campa de los Ingleses, ahora Museo Guggenheim, pero justo en la orilla opuesta de la ría del río Nervión. Una vez exterminados casi mis superiores estudios, a los dieciséis años me gradué con pre-cocidad de meritorio botones, dando así comienzo una larga carrera laboral de emprendedor chu-pa-tintas. La finalización de ésta con desagradable brusquedad, muchos años después, me obligó a reciclar mi considerable potencial laboral, por medio de un especulativo master de envasador de garbanzos que, mes y medio después sin finalizar todavía, asimismo terminó envuelto en la súbita aspereza y el hedor propios de la basura contratada por medio de cualquiera de los incontables contratos-basura que cada vez más nos humillan y empobrecen. Aquella universidad de Esprolesa, casi casi desconocida, nos despidió muy mal a muchos operarios temporales, exclusivamente por-que le convino, pero aprovechándose muy bien de que ingenuamente conspiráramos contra ella, tratando inútilmente de denunciar algo que, aunque pueda parecer increíble, era muy cierto: pues-to que ni (es)cogía, ni tampoco los (pro)ductos que envasaba eran de origen (le)onés, aunque sí era del todo seguro que ella actuaba con tan inhumana desconsideración al menos, como cualquier otra auténtica y confesa (sa)suciedad anónima inconfesable. Lo pasado quedó atrás, mejor ni meneallo. En la actualidad estoy muy divorciado, cada vez más sin empleo, pero nada parado por cierto, y desde luego dispuesto a casi todo lo que no me indisponga en exceso. Aunque hubiera podido llegar a tener hasta miles de hijos por ejemplo, si es que mis impulsos hubieran sido capaces de atinar con los correspondientes femeninos, lo cierto es que no tengo ni uno de muestra. Habito solo en una casa prestada, ¡muchas gracias!, y masacro los restos de mi crapulosa existencia, dilapidando el fortunón que cada mes devengo del raquítico cuentagotas del socorrido himen de mi estado. ¡Ah! de nada. Mi historia personal apenas ofrece otros aspectos de interés. Tan sólo una peculiaridad tal vez: soy socio de número de una entrañable asociación de valientes mujeres con excelente con-ciencia y tesón. Y, ya por último, lo que resulta con certeza una grave temeridad: acabo de escribir y publicar este libro que supongo leerán, y presiento no interesará casi a nadie. No obstante, como es cierto que he disfrutado mucho con lo primero aunque muy poco con lo segundo, ofrezco desde ahora mi respeto más sincero a los pocos que lo lean, y mis afectuosos saludos, muy cordiales desde luego, a los aún menos que, además, también les complazca y resulte favorable su lectura. A todas y todos muchas gracias.