Sin Máscara

Mi Espacio y Tú Miércoles desierto. Mi espacio es un pozo sin fondo aparente. Mis sentidos se expanden sin lindes. Una mano confiesa no poder dejarme la misma mano me dice adiós, (la fantasía de la inocente carne sobre el hueso) No preguntes nada te puedo decir la verdad. Mis ojos en toque de queda ansían la curva de todas las flores muertas, las sombras sin aliento, todo lo malo que quiso seguir siendo malo, los amigos que siempre fueron enemigos, las estrellas derretidas en las manos de falsa alarma. Pausa: El predicador está entumecido, ni siquiera puede esconderse. Sigue: Evitar la sobredosis de pesadillas es quitarme tu nombre que hormiguea como alfileres en mi lengua. Tengo en mis bolsillos un poco de tus pasos, la ceniza del pedestal donde un día estuviste. Maquiavelo esta sentado en las escaleras de mi mente, está nevando lunas. Después de un rato el Apocalipsis debe semejarse a esto. Te esperé en mi pozo, sabias que tenía otros lugares, el suspiro lo demuestra. (Los bombillos tosen sobre mi cabeza). Sabes que estuve así, provisionalmente entre tus risas. De mi queda poco pero no me salves nada. Soy el hombre disfrazado, estoy recluso hasta donde llega mi mirada, no puedo convivir. Te enseñé mi ángel amarrado que solía esconder, te atreviste a mirar, te balanceaste como una mentira en la memoria. El asombro saca lo mejor de la gente, dentro de mí, dentro de ti, solo quedan mis velocidades de impaciencia, lo que pude convencerte. Veo como te alejas. Regresas a tu círculo de polvo, a la cadena que tienes atada al ser que diseñó tu futuro como un cartel. Yo solo quería dibujar algo en tu alma. Se oye un estruendo. No te comprometas a soltar las estatuas, las estrellas están naciendo de la espalda de la ciudad, la noche está tallando edificios y yo sigo desesperado.